Wednesday, January 28, 2009

- Catarsis -

Lloró por todo lo que no había llorado, por todo lo que se había guardado; por todas las veces que le tembló la pera y se le envidriaron los ojos; por las veces que salió corriendo y las que se retó en el espejo. Lo hizo, sin remordimientos y no lo disfrazó; no culpo al final de una película, ni a una melodía melosa. Esta vez aceptó que se sentía mal y no pudo encontrar nada para soslayarlo.

Luego de una catarsis tipo carta, a su pasado sin clausura y de la que más tarde se arrepentiría, apagó la luz y el ruido de su pieza, que en realidad era compañía o quizá, la frontera que no le permitía caer, ni entregarse. Entonces, cuando ya no había luz que interpelara, ni ruidos que apagaran sus impulsos… se mintió, pues cerró los ojos con forzadas ganas de dormir. Sin embargo, esta vez, tuvo la necesidad de aferrarse a su cojín, ése que le habían hecho llegar en un tiempo en que nadie más podía estar presente, ése que se convirtió en su cobija, una mantita tipo Linus, con poderes mágicos de protección y seguridad. Fue ahí, que la pera congelada, volvió a tiritar y sus ojos aunque no se veían, se sentían de vidrio y luego de agua. En esta oportunidad no pudo, ni quiso escapar, porque no había quien mirara o escuchara y tampoco, había de quién sentir vergüenza o quien pudiese hacer un reproche. Esta vez, abrazar su cojín le permitió botar todo lo que hace tanto no se había podido ¿o permitido? ya daba lo mismo…


Lloró y no le dio vergüenza, porque mientras lo hacía, llegaba el alivio y la limpieza, porque ya no había nadie a quién culpar y sobre todo, porque no había nada ya que perder…




P.-


1 comment:

Polo said...

Y pensar que a todos nos llega la hora de llorar alguna vez así, solos, sin nadie alrededor, asumiendo la culpa. Es triste, muy triste hacerlo, pero a la vez necesario.
Ese momento en que no puedes contenerte más, en que la pena ya no la puedes disfrazar, en que te liberas... es inevitable.