Sunday, October 12, 2008

Mi Mejor Regalo.


Gracias por el mejor de los gestos

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Feliz onomástico mujer.



Regalito…

Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía un Otro Yo. El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo. Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado. Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó. Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable». El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.

-El Otro Yo-
(Mario Benedetti)




En realidad bien sabemos que todo es posible, desde construir con palabras mensajes quizá sin sentido evidente a evidenciar que estamos vivos creando lo que nos leen…
Un beso saludos y me gusta que seas parte de mi entorno más cercano…


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Que extraño que el amanecer venga en un regalo hecho de palabras, y que las palabras se habran con la mejor interpretación...la que uno necesita.

¿Cómo no creer en Dios y en sus ángeles?
¿Cómo perder la esperanza si siempre hay un vestigio de magia en el aire?
¿Cómo matar lo que me hace lo que soy?

Gracias por emocionarme con su historia, por existir a la distancia, y a pesar de ella estár en lo más cerca de mi corazón.

Aún creo...

P.-

3 comments:

Polo said...

Con el pasar de los años también aprendí a creer, a creer en mí y sobre todo en las personas, en su capacidad de hacer cosas, de superarse, de mejorar. No se trata de confiar en todos, sino de creer en ellos.
Al joven de la historia le faltó eso, creer en sí mismo y liberarse para no estar deprimido.

Gracias por tus palabras Pili. Ah, y feliz santo atrasado.

Anonymous said...

lindo... me identifique

chechollanes said...

Aun crees?
Yo creo que ya no creo.

Un fuerte abrazo.

Grande Mario.-